Pregunta
Te viene bien el paseo, el sonido familiar de los pasos perdidos, el pequeño laberinto de fríos y madroños. La ciudad se presenta como el exterior de una pregunta, un lugar compartido y extraño donde soñar o caminar despiertos. ¿Qué hace aquí este almendro japonés? ¿Quién es el Príncipe Anglona, quién diablos le ha invitado? ¿Quién vigila la torre mudéjar? La pregunta del día, no obstante, es ésta: ¿Cómo podríamos cambiar de vida? Tú aprietas mi mano porque querrías apresar mi corazón pero yo escapo apresurado hasta las puertas de la civilización, a la lectura del periódico, al sabor amargo de una cerveza. Te respondo que no tendrías que obsesionarte tanto, que lo primero sería aceptar las cosas tal y como son, así de sencillo. Y cruzamos un callejón en sombra y una mirada luminosa, una plaza musical y una conversación de silencio.Wittgenstein lo explicó con la exactitud matemática de un maestro:
El modo de solucionar el problema que ves en la vida es vivir de modo que lo que es problemático desaparezca. Que la vida es problemática significa que tu vida no se amolda a la forma de la vida. Debes, pues, cambiar tu vida y, en cuanto se adapte a esa forma, desaparecerá lo problemático.
Para añadir más tarde:
¿Pero no tenemos el sentimiento de que alguien que no ve ahí un problema es ciego respecto a algo importante, incluso para lo más importante? ¿No podría decir que quien así vive, vive a ciegas, como un topo, y que si tan sólo pudiera ver, vería el problema?
O no debería decir más bien: que quien vive correctamente, no experimenta el problema como tristeza, ni siquiera como problema, sino más bien como alegría; sería como si un halo brillante rodease su vida en vez de un trasfondo incierto.
¿Qué hacer entonces? El almendro es japonés. Las hormigas vigilan la torre mudéjar.
Te viene bien el paseo: has reemplazado las palabras. Algo ha cambiado de posición y ahora permanece inmóvil, esperando de nuevo.
2 comentarios
pini -
y no es porque sea otoño.
juan carlos -
(Por qué será que por mucho que me lo repita, nunca termina de convencerme).